Mi gran motivación para iniciar este blog, es porque siento que hoy en día el avance de la ciencia y la tecnología nos esta brindado una oportunidad única y maravillosa para los que hoy queremos crecer, evolucionar, sanar, aprender a ser felices o simplemente aprender. Siento y creo que somos tremendamente privilegiados de estar vivos en este momento del desarrollo evolutivo de la humanidad, ya que estamos viviendo una época “dorada” en lo que a desarrollo humano se refiere.
Catalina Giacaman

viernes, 20 de abril de 2012

EL TANGO Y EL PARKINSON

EL TANGO Y EL PARKINSON. Entrevista a Lili Pfarherr. Diario la Nacion Chile Estudios recientes han comprobado que personas con Parkinson que han tomado clases de tango recuperan visiblemente la estabilidad al caminar y mejoran su movilidad. En el Centro de Psicología del Baile quieren evaluar si bailar puede retardar el inicio de esa y otras enfermedades degenerativas. El tango como terapia La vigencia del tango ha superado toda predicción y ninguna causa es concluyente para comprender su grado de masificación. Buenos Aires se ha convertido en el epicentro de este fenómeno mundial, en el que miles de extranjeros se dan cita para probar que es esto de “bailar un pensamiento triste”. Y lejos de sentirlo como algo melancólico o nostálgico lo viven como una experiencia única, llena de vitalidad y energía y, en muchos casos, como un motor de cambio de vida. Evidentemente algo mágico se desata en ese encuentro entre dos personas al compás de un ritmo, creando una singularidad que trasciende el abrazo y el espacio compartido. En el marco de aquel fenómeno comenzó a delinearse la tangoterapia, técnica terapéutica que posibilita un acercamiento más inmediato hacia nuestros recursos personales. Será porque a la luz del “dos por cuatro” se hacen visibles conductas, aptitudes y limitaciones (auto impuestas muchas veces) que “nos muestran” cómo somos, cómo nos tratamos a nosotros mismos y, también, cómo somos en relación al otro. El cuerpo habla y es imposible no escucharlo, y es impensable en este contexto, “no ver”. Abordando este fenómeno terapéuticamente, tanto parejas consolidadas como meros desconocidos tienen la posibilidad de reflexionar sobre su forma de interactuar, de coordinarse con el otro, de consensuar. Para que “haya” un tango tendrán que ser capaces de caminar con el otro, lo que implica un proceso más interno que externo, aunque a primera vista, parezca lo contrario. Las técnicas psicoanalíticas de la interpretación de las conductas individuales, de pareja o grupal, cuentan así con un nuevo escenario y con dos herramientas valiosas: el cuerpo en acción y la palabra en relación a la experiencia vivenciada y conducida a tal fin.Dicen que basta vernos bailar un tango para saber como afrontamos al otro, como vamos hacia él, desde donde nos acercamos y como permitimos que se nos aproximen; cómo resolvemos los problemas que se presentan, con cuanta generosidad, con que nivel de tolerancia y cooperación. Bailando tango se aprende a que si perdemos el equilibrio, lo perdemos ambos y que sólo se recupera de a dos: armonía, encuentros, desencuentros, crisis, superación. La vida misma. Una técnica nueva, dinámica y superadora. La tangoterapia posibilita tener una mirada inteligente sobre un proceso que inevitablemente se desata cuando dos cuerpos se encuentran en ese abrazo llamado Tango.

Bailar aumenta la rapidez mental y la autoestima

Mover el cuerpo a un determinado ritmo es parte del ser humano, dicen los especialistas. Todo comenzó con los primeros intentos de comunicación del hombre cuando aún no había lenguaje, pero luego se convirtió en parte de la cultura y, por sobre todo, en una forma de pasarlo bien. El Centro de Psicología del Baile de la Universidad de Hertfordshire descubrió que el baile no sólo mejora el ánimo, sino que también ayuda a la autoestima, a la búsqueda de pareja e, incluso, a mejorar la vida de quienes tienen Parkinson. “Bailar es fundamentalmente instintivo”, dice Peter Lovatt. Bailarín profesional y psicólogo, este inglés decidió unir ambas pasiones para estudiar los efectos de la danza en el cerebro. Lo que ha encontrado es de lo más variado. “En sociedades como la inglesa y otras europeas, en general, la gente baila más cuando está buscando pareja -dice-. Esto es evidente con la gente joven, pero también se ve un alza cuando se está en la edad promedio del primer divorcio. En el Reino Unido, hay muchas discos para «mayores de 30» o clubes de salsa que son muy populares entre hombres y mujeres por igual.” Pero el estado civil no es lo único que puede revelar las destrezas rítmicas. Un estudio hecho en discotecas descubrió que los hombres son más atractivos al bailar cuando tienen altos niveles de testosterona, mientras que las mujeres lo son cuando están en la etapa fértil de su ciclo. “Las mujeres fértiles mueven pronunciadamente las caderas y casi no agitan otras partes del cuerpo -explica el psicólogo-. Pusimos detectores de movimiento oculares a los observadores masculinos y su vista se centraba en las caderas, foco que consideraron atractivo. Pero si estaban frente a una mujer que meneaba todo su cuerpo por igual, la vista de ellos se dispersaba provocando la pérdida del interés en ellas.” Lovatt también quiso saber qué pasa con la autoestima y el desempeño del bailarín. Luego de encuestar a casi 14.000 personas, concluyó que las mujeres se sienten más seguras al bailar que los hombres, pero que ambos tienen altibajos de confianza. Ellas bailan sin temor desde la preadolescencia hasta los 16 -momento en el que aparece el temor al ridículo-, y al entrar en la veintena recobran la confianza, descubrió Lovatt. En cambio, los hombres entran en confianza lentamente y en forma sostenida hasta que pasan los 30, momento en que la pista de baile los vuelve a intimidar. Sólo a mediados de los 50 ellas vuelven a confiar en su baile, mientras que ellos lo logran pasados los 60. Pero el baile no sólo cambia las percepciones internas y externas, también tiene consecuencias en las acciones. “Moverse al ritmo de la música tiene efectos tanto psicológicos como fisiológicos. Entre estos últimos están la producción de hormonas y cambios en el ritmo cardíaco, presión sanguínea y el tono muscular.” Incluso, agrega Lovatt, agiliza la mente. Tras seguir una rutina de pasos dada -como la coreografía de “Macarena”-, aumenta significativamente la velocidad con que el bailarín resuelve multiplicaciones simples. Pero si esa misma persona pasa 15 minutos bailando con pasos improvisados, su capacidad mental mejorará para resolver problemas con más de una respuesta correcta. La conclusión, dice, es que bailar sirve para el cuerpo y para la mente. ¿Tiene miedo al ridículo? No lo tenga, se trata de “dejar los complejos, relajarse y ser libre Seguimos en contacto.......

Tangoterapia, Autismo y Neuronas Espejo

En su libro “Las neuronas espejo” el médico neurólogo Marco Iacoboni, hace referencia a la relación entre el autismo y dichas neuronas. “Las neuronas espejo se activan cuando observamos acciones y cuando realizamos esas mismas acciones. En síntesis, cuando nosotros miramos a los otros, nos encontramos tanto con ellos como con nosotros. Se trasluce un fuerte vínculo entre el entorno social y el sentido del yo”… “Entender cómo se desarrolla el sistema de las neuronas espejo en los primeros años de vida es muy importante en relación con el autismo, un trastorno que afecta, en términos generales, a uno de cada mil niños. Una de las estrategias más evidentes que sugiere la hipótesis de las neuronas espejo es el uso de la imitación en el tratamiento”. Al utilizar el baile del tango como método terapéutico en pacientes con autismo, contamos con una diversidad de elementos propios del baile que nos sirven para trabajar con las dificultades de esta patología. Hacer contacto con la mirada como primer acercamiento es uno de los desafíos, ya que las personas con autismo muestran diferencias de atención visual y generalmente “no miran a los ojos”. He comprobado en mi trabajo con adultos autistas, que imitar sus conductas en mi clase, es una eficiente manera de “ser vista”, literalmente. El mayor déficit de los pacientes con autismo es el reflejo especular que posibilita el acercamiento entre las personas así como también y como consecuencia, la capacidad de conectarse emocionalmente con el otro. Ofrecerme como su espejo, brindar un lugar donde mirarse; ese es mi punto de partida habilitando así sentimientos y acciones de empatía a través del movimiento, aún sin el contacto de los cuerpos, favoreciendo así un primer encuentro. La empatía es uno de los medios por los cuales “sincronizamos” con el otro, buscamos así una misma frecuencia para poder dialogar y comprendernos. Esto sucede no solo con el tipo de lenguaje utilizado sino también con nuestro cuerpo y gestos, lo que posibilita conectarnos. A veces sucede que los pacientes solo acceden a bailar con el contacto de las manos, creando así un nuevo tango, un tango propio, con su sello; con momentos de contacto visual alternado con ausencias. Presencia-ausencia, dicotomía en donde sus dos mundos también bailan… Sus cuerpos allí hablan! Paul Valery decía que “lo más profundo es la piel”, y es ese simple contacto el que crea una coreografía compartida. Así, como plantea Iacoboni es posible conjeturar que a través del cuerpo en movimiento, la vinculación con el mundo circundante y las experiencias perceptivas y motoras son los procesos mentales los que emergen. Sumado a la acción, será el tangoterapeuta quien le preste su voz a las personas con autismo para poner en palabras las vivencias, sensaciones y emociones, como forma de reafirmar la presencia de su ser en el aquí y ahora. Sumar la teoría de las neuronas espejos en mi trabajo con personas autistas, me ha permitido planificar estrategias y objetivos que me posibilitaron obtener respuestas vinculadas a la conexión ya sea con la mirada, con el contacto corporal o una simple reacción gestual ante mi palabra. Sabemos que se necesitan dos para “hacer un tango” y que a su vez, este tango es el camino para llegar al vínculo con el otro. La Tangoterapia permite así abordar diversas patologías en donde la dificultad es el contacto, el vínculo con el otro y con uno mismo. “…Bailan juntos compartiendo espacios llenos y vacíos. Cada uno escucha el cuerpo del otro, adivina sus pies, registra su emoción, a veces su ansiedad, otras su sorpresa. Se transmiten sus vivencias en un diálogo secreto de preguntas y respuestas. A veces ruego, regateo, exigencia. Otras reserva, recato, recelo. Aunque algunas se adelantan y contestan antes de que él termine de preguntar, o dejan la pregunta sin respuesta. Otros se expresan con dificultad e indecisión. Ella tendrá que traducir, y el sentido se le aclara con una décima de segundos de demora. Demasiado alerta, se cansa más y disfruta menos…” Fragmento de “El bazar de los abrazos” de Sonia Abadi Cada Tango nos convoca a un diálogo corporal que será único e irrepetible. Todas nuestras emociones estarán ahí, para crearlo. La Tangoterapia nos ayuda a hacerlo conciente a través de la palabra y a conocernos, sobre todo a partir de como interactuamos en cada encuentro con el otro. Por Lili Pfarherr Tangoterapeuta. Lic en Psicología Seguimos en contacto......