Así como las malas noticias parecen hacerse cada día más enormes y fatídicas, también cada día más personas están despertando a sus potenciales. Jamás en la historia tantos individuos están tomando conciencia de que no son simples peones en el juego de la vida sino que pueden tomarlo en sus manos y crear maravillas. Sin embargo, no es un juego fácil, básicamente porque no se nos enseña: se aprende a medida que se va desarrollando. Esto se debe a que no hay interés en la cultura dominante para que nos salgamos del sistema y también porque en realidad el juego es nuevo, lo cual lo hace más interesante todavía.
Una
de las dificultades consiste en que estamos pendientes de que aparezca un
Manual de Instrucciones, cuanto más complicado mejor. No sé porqué razón
privilegiamos lo complejo a lo simple… para después no cumplirlo porque es muy
complejo… esas cosas del Ego. Este es tiempo de mirar adentro y comenzar a
descubrir que venimos con las instrucciones, sólo que no las escuchamos.
Ya diseñamos el plan de vida y cómo
resolver los desafíos, pero nos resistimos a responsabilizarnos y buscamos
gurúes y libros sapienciales afuera para echarles la culpa cuando nos fallen.
Por supuesto, podemos buscar ayuda para clarificarnos, pero los resultados son
de nuestra incumbencia.
Una
manera de crecer es poniéndonos incómodos. Todos llegamos a un cierto nivel de
conveniencia, de no hacer olas, de conformarnos con poco, de mediocridad
conocida y supuestamente segura. En algún momento, esa comodidad se vuelve
incómoda y sabemos que tenemos que cambiar algo o mucho. Atrevernos a salir de
esa área de conformidad inicia el proceso de transformación. Verdaderamente,
los potenciales que traemos sólo pueden activarse cuando respondemos a los
desafíos de la vida. Nunca sabremos de qué somos capaces vegetando y huyendo de
los conflictos. Cuando hacemos esto, nos condenamos a la infelicidad y a
una escalada de problemas que se habrían evitado si hubiéramos tomado el toro
por las astas al comienzo y no cuando ya es inevitable.
Un error común es pensar
que la información hará el cambio. Ella sólo crea un contexto, una perspectiva,
unas disposiciones, pero el auténtico cambio se producirá cuando llevamos esa
información a la práctica, cuando nos pescamos haciendo lo mismo de siempre,
nos detenemos y aplicamos una nueva actitud, una y otra vez hasta que se
incorpora. Mientras está en la mente es información, cuando pasa al cuerpo
es verdad. Al respecto, también creemos que la mente nos salvará, que
pensando resolveremos todo. Simplemente nos llenaremos de pensamientos
repetidos y reactivos, pero jamás encontraremos el camino desde la cabeza. Por
el contrario, cuando hacemos silencio es cuando abrimos la conexión a
instancias superiores y permitimos que aparezcan las reales soluciones.
En
este despertar, muchos tenemos la fantasía de que se abran los cielos y Dios en
persona nos diga qué hacer y nos lleve a nuestros gloriosos destinos, en una
epopeya divina. No sucederá. En todo caso, Dios (o nuestro Ser) nos lo
muestran continuamente a través de los hechos cotidianos. Lo que necesitamos
saber, hacer, tener, vino con nosotros, está a nuestro alrededor, sucede cada
día. Lo que pasa es que estamos esperando otra vida, otro lugar, otro
tiempo, otras personas, otro trabajo, ser otros.
Mientras
no nos aceptemos en la caleidoscópica variedad que somos y no comprendamos que
el cambio se producirá adonde estamos, seguiremos peleándonos con nosotros y
con la vida.
No
tienes que ser de otra manera. Eres todo lo que necesitas para lo que viniste a
vivir en esta existencia. Aprecia el esplendor de tus cualidades y atrévete a
liberar el potencial que reside en tu interior. No envidies ni te obnubiles con
supuestas virtudes de otros. Todos tenemos facilidades y retos. No quieras
ser una versión de segunda de nadie sino
la mejor versión de ti mismo. Cada día tienes la oportunidad de dejar
de enjuiciar, de enojarte, de victimizarte, de deprimirte. Cada día puedes
realizar la sagrada tarea de sonreír, de dar una palabra de aliento, de
modificar un pensamiento, de cambiar una actitud, de agradecer, de cuidar tu
salud, de hacer silencio y escucharte, de sintonizar con la paz, la luz, la
abundancia, la alegría, el amor que eres. Cada día trae su afán. Accede a la
epopeya de lo cotidiano. Disfrútalo. Aprende. Trae una Nueva Energía a tu mundo.
Extraido de. http://www.abrazarlavida.com.ar/
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